Después de la tempestad


Casi se ha convertido en una costumbre, no nos sorprende ver cada cuatro años una ristra de ciudades con ánimo de albergar unos Juegos Olímpicos. La carrera se caracteriza por alardear de todas las cualidades de sus gentes, de su situación geográfica y como no, de sus promesas arquitectónicas; el continente acapara tanta importancia como el contenido. Teniendo en cuenta que la vida útil del continente está fijada alrededor de los 50 años, lo cual se traduce en 2.600 semanas de los cuales los Juegos Olímpicos copan 2 semanas, ¿qué sucede con el edificio durante las 2.598 semanas restantes? Leer más.

 

 


 

 


LA BARCELONA DE AQUEL ENTONCES. 

 


REMANDO JUNTOS HACIA UNA CIUDAD MÁS MODERNA E INTERNACIONAL.

 

 

MODERNIDAD

¿CUÁL ES SU PRECIO?


 



Debate abierto

 

Cuando pensamos en las infraestructuras olímpicas lo primero sobre lo que reflexionamos suele ser su estética y su coste. En muchos casos la discusión se centra en esos únicos parámetros, siendo en consecuencia una crítica simplista. En un esfuerzo por ampliar la visión que tenemos de estos continentes olímpicos deberíamos introducir un nuevo parámetro, el análisis de la relación entre función y forma.


Al pensar en la palabra deporte, lo primero que pueda aparecer como imagen en nuestra mente sea un balón de fútbol, una raqueta de tenis o quizá una prueba de los 100 metros lisos. Lo que queda patente es que cada uno de nosotros tenemos la nuestra. Siguiendo esta reflexión, ¿los recintos olímpicos deberían tener la forma de los deportes que albergan? La respuesta la encontramos al reflexionar sobre si solo albergan un deporte o bien deportistas, aficionados, personal de seguridad, patrocinadores, autoridades y cámaras de televisión entre otros. Por lo tanto la arquitectura debe incorporar mayores variables y todo ello afecta a la forma final, que además de contentar a las autoridades organizadoras con el fin de que tengan la sensación de que el precio pagado es justo a fin de copar el mayor número de minutos en pantalla y ser imprimido como un icono de los Juegos Olímpicos correspondientes.


Por ello la arquitectura olímpica debe responder a unas funciones más amplias que van más allá del propio deporte, y que suscitan múltiples sentimientos tanto en los propios como en los ajenos.

 Álvaro Antón

 ¿FUNCIÓN O FORMA?


 

 

Una ciudad una vez elegida como sede de unos juegos olímpicos ya nunca volverá a ser la misma, especialmente su forma, su función y su imagen. La FORMA hace referéncia a todas las infraestructuras, nuevos barrios, calles reformadas. La FUNCIÓN a las necesidades de transporte y seguridad durante las dos semanas de durada del evento y la IMÁGEN  a la idea que se quiere transmitir a nivel internacional.


Hoy en dia la masificación de los juegos olímpicos implica que se  centren una gran parte de los esfuerzos en todo lo adyacente a las pruebas deportivas; modificando una ciudad hasta el punto de derribar barrios enteros para dar una imagen de prosperidad y modernidad al resto del mundo proyectando NUEVOS ESCENARIOS y modelos de vida que simbolicen una NUEVA FILOSOFIA.

 


 

¿REALMENTE ES NECESARIO UN RASCACIELOS COMO EDIFICIO HOTELERO PARA RESPONDER A LAS NECESIDADES FUNCIONALES DE LAS OLIMPIADAS?


 

Sin duda alguna observamos como la arquitectura olímpica es una arquitectura ICÓNCA. Son edificios que quedaran en memoria de millones de personas despues de ver las imagenes en medios de comunicación. En Barcelona encontramos la futurista torre de comunicaciones de Santiago Calatrava, las torres Mapfre y Arts, el Palau Sant Jordi...